Un particular solicitó al laboratorio de Biología Molecular del CEPROCOR comprobar el vínculo de madre e hijo a partir de restos óseos de ambas personas. Este material biológico correspondía a dos individuos ya fallecidos a mediados del siglo pasado.

El laboratorio de Biología Molecular recibió muestras de huesos de individuos que habían fallecido hace más de 70 años. Los científicos debían evaluar si entre ambas personas existían vínculos biológicos.

Más específicamente, el interesado solicitó conocer si su abuelo, nacido en 1890 y fallecido a mediados del siglo pasado era hijo de una mujer también fallecida en los años 50.

Una parte del equipo del laboratorio se dedicó a extraer ADN de las muestras óseas. Según señalan los especialistas, el nivel de conservación de los huesos era lo suficientemente bueno como para poder analizar y lograr un perfil de ADN para ambos individuos. No obstante, para  ello hubo que realizar distintos procedimientos en el laboratorio para poder extraer de esas muestras cadavéricas un material genético de calidad a los fines del estudio.

Mediante la técnica de PCR, otro grupo de investigadores del laboratorio estudió 23 marcadores genéticos en cada muestra cadavérica. Estos marcadores indican regiones de ADN que, en conjunto, construyen el perfil genético. A partir de la comparación de ambos perfiles junto a valoraciones de tipo estadísticas, se concluyó en que ambos individuos fallecidos a mediados del siglo pasado mantenían un vínculo biológico.

Así, el solicitante de estos datos científicos pudo saber que su bisabuela y abuelo eran –fehacientemente- madre e hijo biológicos.

 

El desafío científico

Andrea Belaus, Coordinadora de la Unidad de Biología Molecular expresó respecto de este estudio: “Fue un ensayo muy desafiante por la antigüedad de los restos óseos. Seleccionar una muestra apta para luego extraer el ADN y obtener el perfil genético completo de ambos individuos fue un desafío”.

El Dr. Juan Rondan es científico del CEPROCOR, miembro de la mencionada Unidad y especialista en genética de poblaciones. Respecto de este trabajo puntual, Rondán explicó: “Para un análisis de filiación en muchos casos se parte de material cadavérico. En este caso específico, cuando una muestra cadavérica como un hueso llega al laboratorio, el primer paso que realizamos es la selección de una porción de ese hueso”.

El material cadavérico, y más por su antigüedad,  generalmente se encuentra en condiciones ambientales que han provocado degradación de sus componentes, por la presencia de bacterias y hongos, por ejemplo. “Por ello, para obtener ADN, se requiere realizar una limpieza profunda hasta obtener un trozo mínimo (en este caso, de hueso) de unos cuantos gramos, lo más limpio posible. Más tarde se realiza la molienda del hueso y, a partir de allí, la extracción del ADN que contiene, separándolo de otros componentes presentes”, explica Rondán.

Por su parte, el especialista Pablo Vélez, también científico de la Unidad de Biología Molecular, señala que una vez que se obtiene el material extraído a partir de los restos óseos, habitualmente en condiciones estándar (lo mismo para otros tipos de materiales biológicos) no se requieren demasiados pasos posteriores para la obtención del perfil genético del individuo. En este caso puntual, cuyo material se obtiene de restos óseos antiguos, es preciso realizar algunos ensayos adicionales, previo al paso final que es la obtención del perfil de ADN.

“Lo que se hizo con el material genético extraído de estos restos óseos, fue evaluar la cantidad de la muestra (la cantidad de ADN que se logró extraer) y la calidad de la muestra, para conocer si era apropiada para ‘amplificarla’, es decir, para poder reconocer mediante el equipamiento todas las regiones de ADN necesarias para estudiar un caso de filiación”, señala Vélez. “Con calidad (o con muestra amplificable) me refiero a que la muestra no posea demasiados inhibidores. Por ser éste un material antiguo, de muchos años, seguramente iba a estar degradado, ‘roto’. Entonces, había que analizarlo en una fase intermedia previa a obtener el perfil”. Posterior al chequeo de que la muestra era amplificable, se sometió ese mismo material genético a una amplificación, ya específica para obtener el perfil de ADN.

Este procedimiento se realizó sobre los huesos de la mujer y sobre los huesos del varón que se suponía era su hijo. Una vez chequeadas la cantidad y calidad de cada muestra y la obtención de los perfiles completos de ADN de cada uno, se trabajó para establecer si esos dos individuos eran, efectivamente, madre e hijo o no lo eran.

“En ciencias forenses los marcadores, las regiones, están bien establecidas poblacionalmente; se utilizan con el mismo criterio que para cualquier otro caso de filiación”, explica Vélez y agrega que la diferencia en este caso estuvo en el tipo de material biológico con el que se partió.

El científico también detalló que suele suceder (y es habitual en el laboratorio de genética forense) que luego de amplificar la muestra por PCR para chequear su calidad, la reacción no haya sido del todo exitosa. Entonces, es necesario tomar una nueva muestra de otra parte del material óseo y realizar una segunda extracción, para hacer de nuevo todo el camino: evaluarla y observar si  la muestra es “amplificable”.

Finalmente, “en el caso de la mamá, el perfil que se obtuvo fue completo”, explican los investigadores. “Y eso fue un logro para un resto óseo tan antiguo”. Que haya salido completo significa que los científicos pudieron obtener todas las regiones que se requieren para el estudio de filiación.

Con las muestras no solamente de la mamá sino también del varón, se lograron dos perfiles completos de las 23 regiones necesarias para estudiar.

El cotejo de perfiles consiste en evaluar cada una de las regiones del ADN ensayadas y analizar si dichos perfiles comparten alelos. Dos individuos con vínculo biológico directo (como es el caso de padre o madre con un hijo) comparten al menos un alelo de cada región. Cuando no se da esa situación en una o más de esas regiones se dice que “se excluye el vínculo». En el caso como éste, donde en todos los sistemas se comparte material genético, se procede a hacer un cálculo estadístico para poder asignar un valor a la probabilidad de ese vínculo biológico en estudio. En definitiva, en el informe se pudo establecer que los individuos estudiados a partir del ADN de sus huesos eran, con altísima probabilidad, madre e hijo.